Verano de Despedidas….
Residentes de Bagdad son sistemáticamente empujados fuera de la ciudad. Algunas familias se despiertan para encontrar una bala de Klashnikov y una carta en un sobre con las palabras “Deja tu área o esto otro”. Los culpables de estas amenazas son los seguidores de Sadr. El ejército del Mahdi. Esto es de público conocimiento, aunque nadie se atreve a decirlo en voz alta. En el último mes hemos tenido dos familias diferentes alojadas con en nuestra casa, después de que tuviesen que abandonar sus barrios debido a las amenazas de muerte y ataques. No son sólo los suníes, son los chíis, árabes, kurdos- la mayor parte de las zonas de clase media están siendo objetivo de las milicias.
Otras áreas están siendo invadidas por islamistas armados. Los estadounidenses no tienen absolutamente ningún control en estas áreas. O quizá, simplemente, no quieren controlarlas, porque cuando hay un choque entre la milicia de Sadr y otra milicia en una zona residencial ellos rodean el área y observan lo que pasa.
Desde principios de julio, los hombres de nuestra zona han estado patrullando las calles. Algunos patrullan las terrazas y otros están sentados en silencio junto a las barricadas “caseras” que tenemos colocadas en las principales carreteras que se dirigen a nuestra zona. Realmente no se puede confiar de ninguna manera en los americanos o en el gobierno. Sólo puedes esperar que tu familia y amigos permanezcan vivos- no a salvo, no seguros- sólo vivos. Esto es suficientemente bueno.
Para mí junio quedó marcado como el primer mes en que no me atreví a salir de casa sin un hijab, o pañuelo de cabeza. Normalmente no visto el hijab, pero ya no es posible conducir por Bagdad sin un hijab. No es para nada una buena idea. (Tomar nota de que cuando digo “conducir” realmente quiero decir “sentarse en el asiento trasero del coche" -no he conducido desde hace mucho tiempo). Pasear con la cabeza descubierta en coche o por las calles también pone a los miembros de la familia en peligro, además de a ti. Te arriesgas a oír algo que no quieres escuchar y entonces el padre o el hermano o el primo no pueden quedarse sentados y dejar que eso pase. Hace mucho tiempo que no conduzco. Si eres una mujer te arriesgas a ser atacada.
Miro mis antiguos vestidos -los jeans y las camisetas y las faldas de colores- y es como si estuviese estudiando un guardarropa de otro país, de otra vida. Hubo una época, hace un par de años, en que podías, más o menos, vestirte a tu gusto cuando no ibas a un lugar público. Si ibas a una casa de parientes o amigos, podías vestir pantalones y una camisa, o jeans, algo que no vistieses corrientemente. Ya no hacemos esto porque siempre existe el riesgo de que el coche sea detenido y revisado por una u otra milicia.
No hay leyes que digan que tenemos que usar el hijab (todavía), pero hay hombres en túnica negra y con turbantes, los extremistas y fanáticos que fueron liberados por la ocupación, y, en cierto momento, te cansas de desafiarles. No quieres que se te vea. Siento como si el pañuelo negro o blanco que tiro de cualquier modo sobre mi cabeza me hiciese invisible hasta cierto punto- es más fácil mezclarse con las masas envueltas en negro. Si eres una mujer, no quieres llamar la atención- no quieres la atención del policía irakí, no la quieres del miliciano vestido de negro, no la quieres del soldado norteamericano. No quieres ser advertida ni vista.
No tengo nada contra el hijab, mientras el usarlo sea una elección, por supuesto. Muchas de mis amigas y parientes visten el hijab. Muchas de ellas empezaron a usarlo después de la guerra. Empezó como una manera de evitar problemas e indebidas atenciones, y ahora simplemente lo llevan porque no tiene sentido quitárselo. ¿Qué le está pasando al país?
No me di cuenta de lo común que se había vuelto hasta mediados de julio, cuando M., una amiga de niñez, vino a despedirme antes de abandonar el país. Entró en la casa, quejándose del calor y las carreteras, su hermano siguiéndola detrás, muy cerca. No fue hasta el fin de la visita cuando la peculiaridad de la situación me llamó la atención. Ella se estaba preparando para salir antes de la puesta de sol, y tomó el pañuelo beige pulcramente plegado junto a ella. Mientras me contaba como uno de sus vecinos había sido tiroteado, abrió el pañuelo con una floritura, se lo colocó en la cabeza como una profesional, y lo prendió con un alfiler bajo la barbilla con la precisión de una experimentada usuaria de hijab. Todo esto sin un espejo –como si lo hubiese hecho cientos de veces antes… Lo que estaría bien, excepto porque M. es cristiana.
Si M. puede vestir uno sin quejarse, yo también puedo
Este último mes he dicho adiós a más gente de la que puedo contar. Algunos de los “adioses” fueron apresurados y furtivos –de la clase que dices en la noche al vecino que ha recibido una amenaza de muerte y se marcha al amanecer, silenciosamente.
Varios de los “adioses” fueron emotivos y profundamente sufridos, los de parientes y amistades que no pueden vivir por más tiempo en un país que se está desmoronando descosiéndose.
Muchos de los “adioses” fueron dichos estoicamente –casi con indiferencia- con una falsa sonrisa esculpida en la cara y las palabras, “Nos vemos pronto”… Sólo para salir por la puerta y querer derrumbarte con el peso de separarte de otro ser querido más.
Durante momentos como éste recuerdo un discurso que Bush hizo el 2003. Uno de los grandes logros que mencionó fue el retorno de jubilosos “exiliados” irakíes a su país tras la caída de Saddam. Me gustaría ver algunas cifras relativas a los y las irakíes actualmente fuera del país que estáis ocupando… Por no mencionar los desplazados internos irakíes abandonando sus casas y ciudades.
A veces me pregunto incluso si alguna vez llegaremos a conocer exactamente cuantos cientos de miles de irakíes dejaron el país este sombrío verano. Me pregunto cuántos de ellos llegarán a volver. ¿A dónde irán? ¿Qué harán de sus vidas? ¿Es hora de seguirles? ¿Es el momento de lavarnos las manos con respecto al país y tratar de encontrar una vida estable en otro cualquier otro sitio?
- posted by river @ 12:38 AM
Otras áreas están siendo invadidas por islamistas armados. Los estadounidenses no tienen absolutamente ningún control en estas áreas. O quizá, simplemente, no quieren controlarlas, porque cuando hay un choque entre la milicia de Sadr y otra milicia en una zona residencial ellos rodean el área y observan lo que pasa.
Desde principios de julio, los hombres de nuestra zona han estado patrullando las calles. Algunos patrullan las terrazas y otros están sentados en silencio junto a las barricadas “caseras” que tenemos colocadas en las principales carreteras que se dirigen a nuestra zona. Realmente no se puede confiar de ninguna manera en los americanos o en el gobierno. Sólo puedes esperar que tu familia y amigos permanezcan vivos- no a salvo, no seguros- sólo vivos. Esto es suficientemente bueno.
Para mí junio quedó marcado como el primer mes en que no me atreví a salir de casa sin un hijab, o pañuelo de cabeza. Normalmente no visto el hijab, pero ya no es posible conducir por Bagdad sin un hijab. No es para nada una buena idea. (Tomar nota de que cuando digo “conducir” realmente quiero decir “sentarse en el asiento trasero del coche" -no he conducido desde hace mucho tiempo). Pasear con la cabeza descubierta en coche o por las calles también pone a los miembros de la familia en peligro, además de a ti. Te arriesgas a oír algo que no quieres escuchar y entonces el padre o el hermano o el primo no pueden quedarse sentados y dejar que eso pase. Hace mucho tiempo que no conduzco. Si eres una mujer te arriesgas a ser atacada.
Miro mis antiguos vestidos -los jeans y las camisetas y las faldas de colores- y es como si estuviese estudiando un guardarropa de otro país, de otra vida. Hubo una época, hace un par de años, en que podías, más o menos, vestirte a tu gusto cuando no ibas a un lugar público. Si ibas a una casa de parientes o amigos, podías vestir pantalones y una camisa, o jeans, algo que no vistieses corrientemente. Ya no hacemos esto porque siempre existe el riesgo de que el coche sea detenido y revisado por una u otra milicia.
No hay leyes que digan que tenemos que usar el hijab (todavía), pero hay hombres en túnica negra y con turbantes, los extremistas y fanáticos que fueron liberados por la ocupación, y, en cierto momento, te cansas de desafiarles. No quieres que se te vea. Siento como si el pañuelo negro o blanco que tiro de cualquier modo sobre mi cabeza me hiciese invisible hasta cierto punto- es más fácil mezclarse con las masas envueltas en negro. Si eres una mujer, no quieres llamar la atención- no quieres la atención del policía irakí, no la quieres del miliciano vestido de negro, no la quieres del soldado norteamericano. No quieres ser advertida ni vista.
No tengo nada contra el hijab, mientras el usarlo sea una elección, por supuesto. Muchas de mis amigas y parientes visten el hijab. Muchas de ellas empezaron a usarlo después de la guerra. Empezó como una manera de evitar problemas e indebidas atenciones, y ahora simplemente lo llevan porque no tiene sentido quitárselo. ¿Qué le está pasando al país?
No me di cuenta de lo común que se había vuelto hasta mediados de julio, cuando M., una amiga de niñez, vino a despedirme antes de abandonar el país. Entró en la casa, quejándose del calor y las carreteras, su hermano siguiéndola detrás, muy cerca. No fue hasta el fin de la visita cuando la peculiaridad de la situación me llamó la atención. Ella se estaba preparando para salir antes de la puesta de sol, y tomó el pañuelo beige pulcramente plegado junto a ella. Mientras me contaba como uno de sus vecinos había sido tiroteado, abrió el pañuelo con una floritura, se lo colocó en la cabeza como una profesional, y lo prendió con un alfiler bajo la barbilla con la precisión de una experimentada usuaria de hijab. Todo esto sin un espejo –como si lo hubiese hecho cientos de veces antes… Lo que estaría bien, excepto porque M. es cristiana.
Si M. puede vestir uno sin quejarse, yo también puedo
Este último mes he dicho adiós a más gente de la que puedo contar. Algunos de los “adioses” fueron apresurados y furtivos –de la clase que dices en la noche al vecino que ha recibido una amenaza de muerte y se marcha al amanecer, silenciosamente.
Varios de los “adioses” fueron emotivos y profundamente sufridos, los de parientes y amistades que no pueden vivir por más tiempo en un país que se está desmoronando descosiéndose.
Muchos de los “adioses” fueron dichos estoicamente –casi con indiferencia- con una falsa sonrisa esculpida en la cara y las palabras, “Nos vemos pronto”… Sólo para salir por la puerta y querer derrumbarte con el peso de separarte de otro ser querido más.
Durante momentos como éste recuerdo un discurso que Bush hizo el 2003. Uno de los grandes logros que mencionó fue el retorno de jubilosos “exiliados” irakíes a su país tras la caída de Saddam. Me gustaría ver algunas cifras relativas a los y las irakíes actualmente fuera del país que estáis ocupando… Por no mencionar los desplazados internos irakíes abandonando sus casas y ciudades.
A veces me pregunto incluso si alguna vez llegaremos a conocer exactamente cuantos cientos de miles de irakíes dejaron el país este sombrío verano. Me pregunto cuántos de ellos llegarán a volver. ¿A dónde irán? ¿Qué harán de sus vidas? ¿Es hora de seguirles? ¿Es el momento de lavarnos las manos con respecto al país y tratar de encontrar una vida estable en otro cualquier otro sitio?
- posted by river @ 12:38 AM
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